Versículos del Salmo 5 del libro de Salmos de la Biblia.
Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos;
oye mi clamor, mi Rey y mi Dios, porque te estoy suplicando.
Señor, de madrugada ya escuchas mi voz: por la mañana te expongo mi causa y espero tu respuesta.
Tú no eres un Dios que ama la maldad; ningún impío será tu huésped,
ni los orgullosos podrán resistir delante de tu mirada. Tú detestas a los que hacen el mal
y destruyes a los mentirosos. ¡Al hombre sanguinario y traicionero lo abomina el Señor!
Pero yo, por tu inmensa bondad, llego hasta tu Casa, y me postro ante tu santo Templo con profundo temor.
Guíame, Señor, por tu justicia, porque tengo muchos enemigos: ábreme un camino llano.
En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es un sepulcro abierto, aunque adulan con la lengua.
Castígalos, Señor, como culpables, que fracasen sus intrigas; expúlsalo por sus muchos crímenes, porque se han rebelado contra ti.
Así se alegrarán los que en ti se refugian y siempre cantarán jubilosos; tú proteges a los que aman tu Nombre, y ellos se llenarán de gozo.
Porque tú, Señor, bendices al justo, como un escudo lo cubre tu favor.
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