Versículos del Salmo 36 del libro de Salmos de la Biblia.
El pecado habla al impío en el fondo de su corazón; para él no hay temor de Dios,
porque se mira con tan buenos ojos que no puede descubrir ni aborrecer su culpa.
Las palabras de su boca son maldad y traición; dejó de ser sensato y de practicar el bien;
en su lecho, sólo piensa hacer el mal, se obstina en el camino del crimen y no reprueba al malvado.
Tu misericordia, Señor, llega hasta el cielo, tu fidelidad hasta las nubes.
Tu justicia es como las altas montañas, tus juicios, como un océano inmenso. Tú socorres a los hombres y a las bestias:
¡qué inapreciable es tu misericordia, Señor! Por eso los hombres se refugian a la sombra de tus alas.
Se sacian con la abundancia de tu casa, les das de beber del torrente de tus delicias.
En ti está la fuente de la vida, y por tu luz vemos la luz.
Extiende tu gracia sobre los que te reconocen, y tu justicia sobre los rectos de corazón.
¡Que el pie del orgulloso no me alcance ni me derribe la mano del malvado!
Miren cómo cayeron los malhechores: fueron derribados, y ya no podrán levantarse.
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