Versículos del Salmo 39 del libro de Salmos de la Biblia.
Yo pensé: 'Voy a vigilar mi proceder para no excederme con la lengua; le pondré una mordaza a mi boca, mientras tenga delante al malvado'.
Entonces me encerré en el silencio, callé, pero no me fue bien: el dolor se me hacía insoportable;
el corazón me ardía en el pecho, y a fuerza de pensar, el fuego se inflamaba, ¡hasta que al fin tuve que hablar!
Señor, dame a conocer mi fin y cuál es la medida de mis días, para que comprenda lo frágil que soy:
no me diste más que un palmo de vida, y mi existencia es como nada ante ti. Ahí está el hombre: es tan sólo un soplo, Pausa
pasa lo mismo que una sombra; se inquieta por cosas fugaces y atesora sin saber para quién.
Y ahora, Señor, ¿qué esperanza me queda? Mi esperanza está puesta sólo en ti:
líbrame de todas mis maldades, y no me expongas a la burla de los necios.
Yo me callo, no me atrevo a abrir la boca, porque eres tú quien hizo todo esto.
Aparta de mí tus golpes: ¡me consumo bajo el peso de tu mano!
Tú corriges a los hombres, castigando sus culpas; carcomes como la polilla sus tesoros: un soplo, nada más, es todo hombre. Pausa
Escucha, Señor, mi oración; presta oído a mi clamor; no seas insensible a mi llanto, porque soy un huésped en tu casa, un peregrino, lo mismo que mis padres.
No me mires con enojo, para que pueda alegrarme, antes que me vaya y ya no exista más.
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