Libro de los Salmos - Salmos 61 a 75

Paz y tranquilidad para su vida

Salmo 61

1

¡Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi plegaria!

2

Yo te invoco desde los confines de la tierra, mientras mi corazón desfallece. Condúceme a una roca inaccesible,

3

porque tú eres para mí un refugio y una fortaleza frente al enemigo.

4

¡Que yo sea siempre un huésped en tu Carpa y pueda refugiarme al amparo de tus alas!

5

Porque tú, Dios mío, tienes en cuenta mis votos y me das la herencia de los que temen tu Nombre.

6

Añade días a los días del rey: que duren sus años por muchas generaciones;

7

que reine para siempre en la presencia del Señor, que la Gracia y la Fidelidad lo protejan.

8

Así cantaré a tu Nombre eternamente y días tras día cumpliré mis votos.


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Salmo 62

1

Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la salvación.

2

Sólo él es mi Roca salvadora, él es mi baluarte: nunca vacilaré.

3

¿Hasta cuándo se ensañarán con un hombre para derribarlo entre todos, como si fuera un muro inclinado o un cerco que está por derrumbarse?

4

Sólo piensan en menoscabar mi dignidad y se complacen en la mentira; bendicen con la boca y maldicen con el corazón. Pausa

5

Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la esperanza.

6

Sólo él es mi Roca salvadora, él es mi baluarte: nunca vacilaré.

7

Mi salvación y mi gloria están en Dios: él es mi Roca firme, en Dios está mi refugio.

8

Confíen en Dios constantemente, ustedes, que son su pueblo; desahoguen en él su corazón, porque Dios es nuestro refugio. Pausa

9

Los hombres no son más que un soplo, los poderosos son sólo una ficción: puestos todos juntos en una balanza, pesarían menos que el viento.

10

No se fíen de la violencia, ni se ilusionen con lo robado; aunque se acrecienten las riquezas, no pongan el corazón en ellas.

11

Dios ha dicho una cosa, dos cosas yo escuché: que el poder pertenece a Dios,

12

y a ti, Señor, la misericordia. Porque tú retribuyes a cada uno según sus acciones.


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Salmo 63

1

Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua.

2

Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria.

3

Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán.

4

Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre.

5

Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con júbilo en los labios.

6

Mientras me acuerdo de ti en mi lecho y en las horas de la noche medito en ti,

7

veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas.

8

Mi alma está unida a ti, tu mano me sostiene.

9

Que caigan en lo más profundo de la tierra los que buscan mi perdición;

10

que sean pasados al filo de la espada y arrojados como presa a los chacales.

11

Pero el rey se alegrará en el Señor; y los que juran por él se gloriarán, cuando se haga callar a los traidores.


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Salmo 64

1

Dios mío, escucha la voz de mi lamento, protégeme del enemigo temible.

2

Apártame de la conjuración de los malvados, de la agitación de los que hacen el mal.

3

Ellos afilan su lengua como una espada y apuntan como flechas sus palabras venenosas,

4

para disparar a escondidas contra el inocente, tirando de sorpresa y sin ningún temor.

5

Se obstinan en sus malos propósitos y esconden sus trampas con astucia, pensando: '¿Quién podrá verlo?'

6

Proyectan maldades y disimulan sus proyectos: su interior es un abismo impenetrable.

7

Pero Dios los acribilla a flechazos y quedan heridos de improviso;

8

su misma lengua los lleva a la ruina, y aquellos que los ven mueven la cabeza.

9

Por eso, todos los hombres sentirán temor: proclamarán esta obra de Dios y reconocerán lo que él hizo.

10

El justo se alegrará en el Señor y encontrará un refugio en él; y se gloriarán todos los rectos de corazón.


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Salmo 65

1

A ti, Señor, te corresponde un canto de alabanza en Sión, y todos tienen que cumplir sus votos,

2

porque tú escuchas las plegarias. A ti acuden todos los hombres

3

bajo el peso de sus culpas: nuestras faltas nos abruman, pero tú las perdonas.

4

Feliz el que tú eliges y atraes para que viva en tus atrios: ¡que nos saciemos con los bienes de tu Casa, con los dones sagrados de tu Templo!

5

Por tu justicia, Dios, salvador nuestro, nos respondes con obras admirables: tú eres la esperanza de los confines de la tierra y de las islas más remotas.

6

Tú afianzas las montañas con tu poder, revestido de fortaleza;

7

acallas el rugido de los mares, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos.

8

Los que habitan en las tierras más lejanas temen tus obras prodigiosas; tú haces que canten de alegría el oriente y el occidente.

9

Visitas la tierra, la haces fértil y la colmas de riquezas; los canales de Dios desbordan de agua, y así preparas sus trigales:

10

riegas los surcos de la tierra, emparejas sus terrones; la ablandas con aguaceros y bendices sus brotes.

11

Tú coronas el año con tus bienes, y a tu paso rebosa la abundancia;

12

rebosan los pastos del desierto y las colinas se ciñen de alegría.

13

Las praderas se cubren de rebaños y los valles se revisten de trigo: todos ellos aclaman y cantan.


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Salmo 66

1

¡Canten la gloria de su Nombre! Tribútenle una alabanza gloriosa,

2

digan al Señor: '¡Qué admirables son tus obras!' Por la inmensidad de tu poder, tus enemigos te rinden pleitesía;

3

toda la tierra se postra ante ti, y canta en tu honor, en honor de tu Nombre. Pausa

4

Vengan a ver las obras del Señor, las cosas admirables que hizo por los hombres:

5

él convirtió el Mar en tierra firme, a pie atravesaron el Río. Por eso, alegrémonos en él,

6

que gobierna eternamente con su fuerza; sus ojos vigilan a las naciones, y los rebeldes no pueden sublevarse. Pausa

7

Bendigan, pueblos, a nuestro Dios, hagan oír bien alto su alabanza:

8

él nos concedió la vida y no dejó que vacilaran nuestros pies.

9

Porque tú nos probaste, Señor, nos purificaste como se purifica la plata;

10

nos hiciste caer en una red, cargaste un fardo sobre nuestras espaldas.

11

Dejaste que cabalgaran sobre nuestras cabezas, pasamos por el fuego y por el agua, ¡hasta que al fin nos diste un respiro!

12

Yo vengo a tu Casa a ofrecerte holocaustos, para cumplir los votos que te hice:

13

los votos que pronunciaron mis labios y que mi boca prometió en el peligro.

14

Te ofreceré en holocausto animales cebados, junto con el humo de carneros; te sacrificaré bueyes y cabras. Pausa

15

Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí:

16

apenas mi boca clamó hacia él, mi lengua comenzó a alabarlo.

17

Si hubiera tenido malas intenciones, el Señor no me habría escuchado;

18

pero Dios me escuchó y atendió al clamor de mi plegaria.

19

Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia.


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Salmo 67

1

El Señor tenga piedad y nos bendiga, haga brillar su rostro sobre nosotros, Pausa

2

para que en la tierra se reconozca su dominio, y su victoria entre las naciones.

3

¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias!

4

Que canten de alegría las naciones, porque gobiernas a los pueblos con justicia y guías a las naciones de la tierra. Pausa

5

¡Que los pueblos te den gracias, Señor, que todos los pueblos te den gracias!

6

La tierra ha dado su fruto: el Señor, nuestro Dios, nos bendice.

7

Que Dios nos bendiga, y lo teman todos los confines de la tierra.


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Salmo 68

1

¡Se alza el Señor! Sus enemigos se dispersan y sus adversarios huyen delante de él.

2

Tú los disipas como se disipa el humo; como se derrite la cera ante el fuego, así desaparecen los impíos delante del Señor.

3

Pero los justos se regocijan, gritan de gozo delante del Señor y se llenan de alegría.

4

¡Canten al Señor, entonen un himno a su Nombre! ¡Ábranle paso al que cabalga sobre las nubes! Su Nombre es 'el Señor': ¡griten de alegría en su presencia!

5

El Señor en su santa Morada es padre de los huérfanos y defensor de las viudas:

6

él instala en un hogar a los solitarios y hace salir con felicidad a los cautivos, mientras los rebeldes habitan en un lugar desolado.

7

Señor, cuando saliste al frente de tu pueblo, cuando avanzabas por el desierto,

8

tembló la tierra y el cielo dejó caer su lluvia, Pausa delante del Señor —el del Sinaí— delante del Señor, el Dios de Israel.

9

Tú derramaste una lluvia generosa, Señor: tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;

10

allí se estableció tu familia, y tú, Señor, la afianzarás por tu bondad para con el pobre.

11

El Señor pronuncia una palabra y una legión de mensajeros anuncia la noticia:

12

'Huyen los reyes, huyen con sus ejércitos, y te repartes como botín los adornos de un palacio.

13

¡No se queden recostados entre los rebaños! Las alas de la Paloma están recubiertas de plata, y su plumaje, de oro resplandeciente'.

14

Cuando el Todopoderoso dispersó a los reyes, caía la nieve sobre el Monte Umbrío.

15

¡Montañas divinas, montañas de Basán, montañas escarpadas, montañas de Basán!

16

¿Por qué miran con envidia, montañas escarpadas, a la Montaña que Dios prefirió como Morada? ¡Allí el Señor habitará para siempre!

17

Los carros de guerra de Dios son dos miríadas de escuadrones relucientes: ¡el Señor está en medio de ellos, el Sinaí está en el Santuario!

18

Subiste a la altura llevando cautivos, recogiste dones entre los hombres —incluso entre los rebeldes— cuando te estableciste allí, Señor Dios.

19

¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación! Él carga con nosotros día tras día; Pausa

20

él es el Dios que nos salva y nos hace escapar de la muerte.

21

Sí, Dios aplastará la cabeza de sus enemigos, el cráneo de los que se obstinan en sus delitos.

22

Dice el Señor: 'Los traeré de Basan, los traeré desde los abismos del mar,

23

para que hundas tus pies en la sangre del enemigo y la lengua de tus perros también tenga su parte'.

24

Ya apareció tu cortejo, Señor, el cortejo de mi Rey y mi Dios hacia el Santuario:

25

los cantores van al frente, los músicos, detrás; las jóvenes, en medio, van tocando el tamboril.

26

¡Bendigan al Señor en medio de la asamblea! ¡Bendigan al Señor desde la fuente de Israel!

27

Allí Benjamín, el más pequeño, abre la marcha con los príncipes de Judá, vestidos de brocado, con los príncipes de Zabulón y los príncipes de Neftalí.

28

Tu Dios ha desplegado tu poder: ¡sé fuerte, Dios, tú que has actuado por nosotros!

29

A causa de tu Templo, que está en Jerusalén, los reyes te presentarán tributo.

30

Reprime a la Fiera de los juncos, al tropel de los toros y terneros: que esos pueblos se rindan a tus pies, trayendo lingotes de oro. El Señor dispersó a los pueblos guerreros;

31

telas preciosas llegan de Egipto y Etiopía, con sus propias manos, presenta sus dones a Dios.

32

¡Canten al Señor, reinos de la tierra, entonen un himno al Señor, Pausa

33

al que cabalga por el cielo, por el cielo antiquísimo! Él hace oír su voz poderosa,

34

¡reconozcan el poder del Señor! Su majestad brilla sobre Israel y su poder, sobre las nubes.

35

Tú eres temible, Señor, desde tus santuarios. El Dios de Israel concede a su pueblo el poder y la fuerza. ¡Bendito sea Dios!


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Salmo 69

1

¡Sálvame, Dios mío, porque el agua me llega a la garganta!

2

Estoy hundido en el fango del Abismo y no puedo hacer pie; he caído en las aguas profundas, y me arrastra la corriente.

3

Estoy exhausto de tanto gritar, y mi garganta se ha enronquecido; se me ha nublado la vista de tanto esperar a mi Dios.

4

Más numerosos que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo; más fuertes que mis huesos, los que me atacan sin razón. ¡Y hasta tengo que devolver lo que yo no he robado!

5

Dios mío, tú conoces mi necedad, no se te ocultan mis ofensas.

6

Que no queden defraudados por mi culpa los que esperan en ti, Señor del universo; que no queden humillados por mi causa los que te buscan, Dios de Israel.

7

Por ti he soportado afrentas y la vergüenza cubrió mi rostro;

8

me convertí en un extraño para mis hermanos, fui un extranjero para los hijos de mi madre:

9

porque el celo de tu Casa me devora, y caen sobre mí los ultrajes de los que te agravian.

10

Cuando aflijo mi alma con ayunos, aprovechan para insultarme;

11

cuando me visto de penitente, soy para ellos un motivo de risa;

12

los que están a la puerta murmuran contra mí, y los bebedores me hacen burla con sus cantos.

13

Pero mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable: respóndeme, Dios mío, por tu gran amor, sálvame, por tu fidelidad.

14

Sácame del lodo para que no me hunda, líbrame de los que me odian y de las aguas profundas;

15

que no me arrastre la corriente, que no me trague el Abismo, que el Pozo no se cierre sobre mí.

16

Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí;

17

no le ocultes el rostro a tu servidor, respóndeme pronto, porque estoy en peligro.

18

Acércate a mi y rescátame, líbrame de mis enemigos:

19

tú conoces mi afrenta, mi vergüenza y mi deshonra, todos mis enemigos están ante ti.

20

La vergüenza me destroza el corazón, y no tengo remedio. Espero compasión y no la encuentro, en vano busco un consuelo:

21

pusieron veneno en mi comida, y cuando tuve sed me dieron vinagre.

22

Que su mesa se convierta en una trampa, y sus manjares, en un lazo;

23

que se nuble su vista y no vean, y sus espaldas se queden sin fuerzas.

24

Descarga sobre ellos tu indignación que los alcance el ardor de tu enojo;

25

que sus poblados se queden desiertos y nadie habite en sus carpas.

26

Porque persiguen al que tú has castigado y aumentan los dolores del que tú has herido.

27

Impútales una culpa tras otra, no los declares inocentes;

28

bórralos del Libro de la Vida, que no sean inscritos con los justos.

29

Yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja:

30

así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias;

31

esto agradará al Señor más que un toro, más que un novillo con cuernos y pezuñas.

32

Que lo vean los humildes y se alegren, que vivan los que buscan al Señor:

33

porque el Señor escucha a los pobres y no desprecia a sus cautivos.

34

Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar, y todos los seres que se mueven en ellos;

35

porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá:

36

el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su nombre morarán en ella.


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Salmo 70

1

¡Líbrame, Dios mío! ¡Señor, ven pronto a socorrerme!

2

Que se avergüencen y sean humillados los que quieren acabar con mi vida. Que retrocedan confundidos los que desean mi ruina;

3

que vuelvan la espalda avergonzados los que se ríen de mí.

4

Que se alegren y se regocijen en ti todos los que te buscan; y digan siempre los que desean tu victoria: '¡Qué grande es nuestro Dios!'

5

Yo soy pobre y miserable: ven pronto, Dios mío; tú eres mi ayuda y mi libertador, ¡no tardes, Señor!


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Salmo 71

1

Yo me refugio en ti, Señor, ¡que nunca tenga que avergonzarme!

2

Por tu justicia, líbrame y rescátame, inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

3

Sé para mí una roca protectora, tú que decidiste venir siempre en mi ayuda, porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.

4

¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío, de las garras del malvado y del violento!

5

Porque tú, Señor, eres mi esperanza y mi seguridad desde mi juventud.

6

En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre; desde el seno materno fuiste mi protector, y mi alabanza está siempre ante ti.

7

Soy un motivo de estupor para muchos, pero tú eres mi refugio poderoso.

8

Mi boca proclama tu alabanza y anuncia tu gloria todo el día.

9

No me rechaces en el tiempo de mi vejez, no me abandones, porque se agotan mis fuerzas;

10

mis enemigos hablan contra mí, y los que me acechan se confabulan, diciendo:

11

'Dios lo tiene abandonado: persíganlo, captúrenlo, porque no hay quien lo libre'.

12

¡Señor, no te quedes lejos de mí; Dios mío, ven pronto a socorrerme!

13

¡Queden confundidos y humillados los que atentan contra mi vida! ¡Queden cubiertos de oprobio y de vergüenza los que buscan mi perdición!

14

Yo, por mi parte, seguiré esperando y te alabaré cada vez más.

15

Mi boca anunciará incesantemente tus actos de justicia y salvación, aunque ni siquiera soy capaz de enumerarlos.

16

Vendré a celebrar las proezas del Señor, evocaré tu justicia, que es sólo tuya.

17

Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud, y hasta hoy he narrado tus maravillas.

18

Ahora que estoy viejo y lleno de canas, no me abandones, Dios mío, hasta que anuncie las proezas de tu brazo a la generación que vendrá.

19

Tu justicia llega hasta el cielo, Señor: tú has hecho grandes cosas, y no hay nadie igual a ti, Dios mío.

20

Me hiciste pasar por muchas angustias, pero de nuevo me darás la vida; me harás subir de lo profundo de la tierra,

21

acrecentarás mi dignidad y volverás a consolarme.

22

Entonces te daré gracias con el arpa, por tu fidelidad, Dios mío; te cantaré con la cítara, a ti, el Santo de Israel.

23

Mis labios te cantarán jubilosos, y también mi alma, que tú redimiste.

24

Yo hablaré de tu justicia todo el día, porque quedarán confundidos y avergonzados los que buscaban mi perdición.


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Salmo 72

1

Concede, Señor, tu justicia al rey y tu rectitud al descendiente de reyes,

2

para que gobierne a tu pueblo con justicia y a tus pobres con rectitud.

3

Que las montañas traigan al pueblo la paz, y las colinas, la justicia;

4

que él defienda a los humildes del pueblo, socorra a los hijos de los pobres y aplaste al opresor.

5

Que dure tanto como el sol y la luna, a lo largo de las generaciones;

6

que sea como lluvia que cae sobre el césped y como chaparrones que riegan la tierra.

7

Que en sus días florezca la justicia y abunde la paz, mientras dure la luna;

8

que domine de un mar hasta el otro, y desde el Río hasta los confines de la tierra.

9

Que se inclinen ante él las tribus del desierto, y sus enemigos muerdan el polvo;

10

que los reyes de Tarsis y de las costas lejanas le paguen tributo. Que los reyes de Arabia y de Sebá le traigan regalos;

11

que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones.

12

Porque él librará al pobre que suplica y al humilde que está desamparado.

13

Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes.

14

Los rescatará de la opresión y la violencia, y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.

15

Por eso, que viva largamente y le regalen oro de Arabia; que oren por él sin cesar y lo bendigan todo el día.

16

Que en el país abunden los trigales y ondeen sobre las cumbres de las montañas; que sus frutos broten como el Líbano y florezcan como la hierba de los campos.

17

Que perdure su nombre para siempre y su linaje permanezca como el sol; que él sea la bendición de todos los pueblos y todas las naciones lo proclamen feliz.

18

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, el único que hace maravillas.

19

Sea bendito eternamente su Nombre glorioso y que su gloria llene toda la tierra. ¡Amén! ¡Amén!


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Salmo 73

1

Pero casi se desvían mis pasos, faltó poco para que diera un traspié,

2

porque tuve envidia de los presuntuosos, al ver la prosperidad de los malvados.

3

Para ellos no hay sufrimientos, su cuerpo está sano y robusto;

4

no comparten las penas de los hombres ni son golpeados como los demás.

5

Por eso, el orgullo es su collar y la violencia, el manto que los cubre;

6

la malicia se les sale por los poros, su corazón rebosa de malos propósitos.

7

Se burlan y hablan con maldad; desde lo alto, amenazan con prepotencia;

8

su boca se insolenta contra el cielo y su lengua se pasea por la tierra.

9

Por eso, el pueblo de Dios se vuelve hacia ellos, y beben el agua a raudales.

10

Ellos dicen: '¿Acaso Dios lo va a saber? ¿Se va a enterar el Altísimo?'

11

Así son esos malvados y, siempre tranquilos, acrecientan sus riquezas.

12

Entonces, ¿en vano mantuve puro mi corazón y lavé mis manos en señal de inocencia?

13

Porque yo era golpeado todo el día y cada mañana soportaba mi castigo.

14

Si hubiera dicho: 'Voy a hablar como ellos', habría traicionado al linaje de tus hijos.

15

Yo reflexionaba, tratando de entenderlo, pero me resultaba demasiado difícil.

16

¡Hasta que entré en el Santuario de Dios y comprendí el fin que les espera!

17

Sí, tú los pones en un terreno resbaladizo y los precipitas en la ruina.

18

¡Qué pronto quedan devastados y acaban consumidos por el horror!

19

Son como un sueño al despertar, Señor: al levantarte, disipas hasta su imagen.

20

Cuando se agriaba mi corazón y me torturaba en mi interior,

21

yo era un necio y no comprendía, era como un animal ante ti.

22

Pero yo estoy siempre contigo, tú me has tomado de la mano derecha;

23

me guiarás con tu consejo y después, me recibirás con gloria.

24

¿A quién sino a ti tengo yo en el cielo? Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra.

25

Aunque mi corazón y mi carne se consuman, Dios es mi herencia para siempre y la Roca de mi corazón.

26

Los que se apartan de ti terminan mal, tú destruyes a los que te son infieles.

27

Mi dicha es estar cerca de Dios: yo he puesto mi refugio en ti, Señor, para proclamar todas tus acciones.


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Salmo 74

1

Acuérdate del pueblo que adquiriste en otro tiempo, de la tribu que rescataste para convertirla en tu herencia; acuérdate de Sión, donde pusiste tu Morada.

2

Vuelve tus pasos hacia esta ruina completa: todo lo destruyó el enemigo en el Santuario.

3

Rugieron tus adversarios en el lugar de tu asamblea, pusieron como señales sus propios estandartes.

4

Alzaron sus hachas como en la espesura de la selva;

5

destrozaron de un golpe todos los adornos, los deshicieron con martillos y machetes;

6

prendieron fuego a tu Santuario, profanaron, hasta arrasarla, la Morada de tu Nombre.

7

Habían pensado: 'Acabemos con ellos, quememos todos los templos de Dios en el país'.

8

Ya no vemos señales ni quedan profetas: no hay nadie entre nosotros que sepa hasta cuándo.

9

¿Hasta cuándo, Señor, te insultará el enemigo? ¿Nunca cesará el adversario de despreciar tu Nombre?

10

¿Por qué retiras tu mano, Señor, y la mantienes oculta en el pecho?

11

Pero tú, Señor, eres mi Rey desde el principio, tú lograste victorias en medio de la tierra:

12

deshiciste el Mar con tu poder y quebraste las cabezas del dragón marino;

13

aplastaste las cabezas de Leviatán y lo diste como alimento a las fieras del desierto.

14

Hiciste brotar manantiales y torrentes, secaste los ríos caudalosos;

15

tuyo es el día, tuya también la noche, tú afirmaste la luna y el sol;

16

fijaste las fronteras de la tierra, formaste el verano y el invierno.

17

Recuerda, Señor, que el enemigo te ha ultrajado, un pueblo insensato ha despreciado tu Nombre:

18

no entregues a los buitres la vida de tu Paloma ni te olvides para siempre de los pobres.

19

Ten presente tu alianza, porque todos los rincones del país están repletos de violencia.

20

Que el débil no retroceda lleno de confusión, que el pobre y el oprimido alaben tu Nombre.

21

Levántate, Señor, defiende tu causa, recuerda que el insensato te ultraja sin cesar.

22

No olvides los gritos de tus adversarios, porque crece el tumulto de los que se alzan contra ti.


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Salmo 75

1

Te damos gracias, Señor, te damos gracias: los que invocan tu Nombre narran tus maravillas.

2

'En el momento que yo decida, juzgaré con rectitud.

3

Se conmueve la tierra con todos sus habitantes, pero yo he afianzado sus columnas. Pausa

4

Digo a los arrogantes: '¡Basta de arrogancia!', y a los impíos: '¡No levanten la frente!,

5

no levanten la frente contra el cielo ni hablen con actitud insolente'.

6

Porque ni del oriente ni del occidente, ni del desierto ni de las montañas...

7

¡El Señor es el único Juez, que a unos humilla, y a otros exalta!

8

Hay una copa en la mano del Señor, con un vino espumante, lleno de aromas: la ofrece, y la sorben hasta el final, la beben todos los malvados de la tierra.

9

Pero yo me alegraré para siempre, cantaré al Dios de Jacob:

10

él quebrará el poder de los malvados y acrecentará el poder de los justos.


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